lunes, 12 de octubre de 2009

Vivir es atreverse

En el post anterior hablaba de un regreso a mi vida inventada. Me gusta mi vida inventada. Todo cuanto en ella hay está porque lo he elegido yo. De algún modo es una vida alterna, imperfecta pero mía -a plena consciencia de sus limitaciones.

Reservo un espacio pequeño, pero importante, de esa vida inventada para ustedes que me han acompañado en este mundo virtual, algunos fielmente, otros de forma intermitente, pero igualmente importante. Agradezco su compañía, a veces en silencio, a veces para contradecirme, a veces para darme ánimo, a veces sólo para mandarme un abrazo. ¡Mil gracias!

Hace casi cuatro años que tengo este blog, y en ese tiempo he hecho buenos amigos, algunos de los cuales han trascendido la barrera digital, y ahora, nos hablamos y nos visitamos como si nos conociéramos de toda la vida.

Quiero agradecerles sus palabras, los comentarios, las llamadas y los emails que se suscitaron tras la publicación de mi último post. De igual modo quiero asegurarles que aunque he estado un poco triste, sigo aquí de pies, dispuesta a enfrentar lo que me toque vivir de ahora en adelante. Además, quiero decirles que no me arrepiento de nada de lo que he vivido, mi pasado es tan mío, y tan importante como el mañana que aún no llega, ya que en algún momento fue mi presente.

Les dejo este poema de Gioconda Belli. Me lo envió mi amiga Argénida Romero en un email, y ahora quiero compartirlo con ustedes, porque de algún modo esa voz poética habla de mí y por mí -esa es la grandeza de la literatura, se hace en la intimidad de un alma y resuena en las ajenas.

No me arrepiento de nada

Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué

la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,

del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche

y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres

que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-

transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,

que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables

y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,

cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan

y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

Imagen vía Filosofía Digital

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión. Habrá que abundar un poco más adelante porque hay mucha tela por donde cortar.

    El poema también me encantó. Dale las gracias a la autora por su sensibilidad y por manifestarse y a ti tambien por compartirlo.

    Besos para ambas!

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  2. Hola Fernando, ¿Quién habrá de abundar? ¿Yo?... De eso no te quepa la menor duda :).
    Las gracias se las di a Argénida por darme el poema :), sin ella no sabría que existe.

    Un abrazo Fer!

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